Compliance fiscal y tecnología: navegando hacia un futuro eficiente
Hace algunos años, el término compliance fiscal se vinculaba, principalmente, a la preparación de las declaraciones tributarias. Sin embargo, desde la entrada en vigor de la Ley de Sociedades de Capital en la que se establece como indelegable por parte del Consejo la definición y control de las políticas fiscales, es cuando se produce un salto cualitativo en el término compliance fiscal.
El compliance ya no es la estricta preparación de declaraciones. Es el cumplimiento con las normas fiscales, es evitar el uso de estructuras fiscales agresivas, evitar riesgos fiscales e integrar la función fiscal dentro de la estrategia del negocio a la vez que colaborar con las autoridades fiscales.
Pero ¿cómo poder cumplir con la normativa tributaria? El primer problema que se plantea es la cantidad de normas tributarias existentes en nuestro país: nacionales, autonómicas y locales. Si a esto se le añade los cambios tributarios que realiza el legislador, las consultas de la Dirección General de Tributos y sus homónimos en las Comunidades Autónomas, las resoluciones de los Tribunales Económicos-Administrativos, sentencias de los Tribunales Superiores de Justicia, Audiencia Nacional, Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional, sin olvidarnos de Directivas y Reglamentos Comunitarios y las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Si a eso le unimos un entorno multinacional con sus correspondientes legislaciones fiscales, la realidad es que cumplir con todo a la vez se antoja una tarea titánica.
Y aquí es donde entra en juego la tecnología, afortunadamente.
En los últimos años hemos sido testigos de una evolución tecnológica sin precedentes. La automatización de procesos y la implementación de programas de software especializados ha permitido a las empresas simplificar tareas, reducir errores y agilizar el tratamiento de los temas fiscales, todo ello supervisado de forma efectiva por los correspondientes controles internos.
Pero tecnológicamente se ha dado un salto más: la inteligencia artificial.
La constante adaptación a un entorno normativo en constante cambio es un desafío. Las normas fiscales no son estáticas; cambian en respuesta a parámetros económicos, políticos y sociales. Las empresas deben ser ágiles y capaces de ajustarse rápidamente a estas modificaciones para garantizar el cumplimiento continuo. Aquí es donde la tecnología, especialmente la inteligencia artificial, puede desempeñar un papel clave al proporcionar herramientas flexibles y adaptables que evolucionan con las normas fiscales.
Sin embargo, hoy por hoy, el uso de la inteligencia artificial en el ámbito tributario plantea una serie de problemas. El problema de la fiabilidad de las fuentes es, en mi opinión, el primer reto al que nos enfrentamos. Si desconocemos cuales son las fuentes utilizadas por la inteligencia artificial, es complicado determinar si son fiables o no, y tampoco el grado de actualización, lo que es muy relevante en un entorno tan cambiante como el derecho tributario.
Pero hay un segundo aspecto a considerar y es que la IA en entorno abierto aprende de los datos que le vamos suministrando, lo que hace que sean compartidos de forma generalizada con el resto de los usuarios.
El uso de inteligencia artificial en un entorno cerrado permite varias ventajas. El usuario conoce las fuentes de información que utiliza y la fiabilidad de estas. Y, además, preserva el conocimiento interno de las compañías sin exponer datos sensibles a los usuarios externos a la empresa.
La gran ventaja de la inteligencia artificial, ya sea utilizada en un entorno abierto o cerrado, es la capacidad y velocidad de análisis de un volumen ingente de datos. Esto ayudara a los departamentos internos de asesoría fiscal, así como a los asesores externos a ser capaces de conocer cambios normativos o nuevos criterios en la aplicación de las leyes tributarias de una forma más rápida, permitiendo tener mayor certeza del cumplimento de sus obligaciones tributarias en las jurisdicciones en donde operan.
A medida que avanzamos hacia una nueva era tecnológica, es esencial abordar estos desafíos para aprovechar al máximo las oportunidades que la inteligencia artificial ofrece en el ámbito del compliance fiscal. La colaboración entre expertos en derecho tributario y profesionales de la tecnología es crucial para desarrollar soluciones que no solo sean eficientes desde el punto de vista técnico, sino también éticas y seguras.
La transparencia en el uso de la inteligencia artificial, la implementación de sistemas de seguridad robustos y la formación continua del personal son aspectos clave para garantizar el éxito en la integración de la tecnología en el compliance fiscal. Además, la colaboración entre empresas y autoridades fiscales puede conducir a marcos normativos más claros y adaptados a las realidades tecnológicas emergentes.
En conclusión, el camino hacia el futuro del compliance fiscal se encuentra intrínsecamente ligado a la evolución tecnológica y a la capacidad de adaptación de las empresas a un entorno normativo dinámico. La inteligencia artificial, con todas sus promesas y desafíos, se posiciona como una herramienta fundamental en esta travesía hacia la eficiencia y el cumplimiento normativo. Solo abrazando la innovación y abordando proactivamente los desafíos, podemos anticiparnos a las demandas de un mundo fiscal en constante cambio.